Otro vendrá que el día te joderá. Tan cierto como que siempre hay un cenizo a quien escuece tu buena suerte. Porque estamos en un punto donde el éxito, dicen, siempre viene acompañado de un braguetazo, un tío con pasta o ese primo político que enchufa a toda la familia. Nunca se debe a méritos propios, oye tú. Y es que vivimos en un mundo donde ya todo se pone en solfa, y nos hallamos bajo sospecha. Igual que los periodistas, cuando se levante el Ministerio de la Verdad. O los máster que dirige la mujer del presidente. Si es que somos tan envidiosos como ése que siempre nos toca las narices en la reunión de la comunidad de vecinos. Y todo porque hemos hecho una reforma en la terraza. Igual de ilegal que la suya, pero más grande. Desde luego, tenemos peores pulgas que el perro del hortelano. Y así nos va, más desunidos que la derecha en España. Deseando tirarnos a la yugular de cualquiera que conduzca un coche más guay que el nuestro. Y si tiene más seguidores en las redes, ahí ni te cuento.
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