
A mi abuela Carolina siempre le ha gustado mover los muebles de sitio, al menos, una vez al año.
Y dice muy convencida que si cambiamos los armarios, en verano e invierno, por qué no vamos a darle otro aire al salón. O a la salita de estar.
También asegura que los cambios traen suerte o, por lo menos, esperanza. Y habiendo nacido junto a la Puerta del Sol, con la de cosas que ha visto y los cambios que ha vivido, pues algo de razón tendrá.
Y recuerdo que, siendo yo un chaval y viviendo con ella, siempre que tocaba cambio de muebles aparecía una moneda, o varias, en algún lugar recóndito.
No sé si las colocaba ella antes, imitando a los que vienen de Oriente, pero a mí eso me flipaba. Y me hizo pensar que, igual que los muebles de mi abuela, nosotros también necesitamos movernos y cambiar si es preciso.
‘Evolucionar, Emilito, de eso se trata’, me suele decir. Y yo que no dejo de alucinar con ella.
Comments