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MANUAL PARA IDENTIFICAR A NUESTRO TONTO PREFERIDO


Comienza una nueva semana y yo me echo a temblar. Porque los tontos tienen otros siete días por delante. Ciento sesenta y ocho horas, nada menos, para volver a hacer de las suyas. Y, generalmente, mucho tiempo libre, ya que el tonto, que suele ser un suertudo, tiene poco que hacer y mucho que maquinar.

Como todos conocemos a un tonto, creo que ha llegado el momento de clasificarlos. A ver, está el ‘tonto familiar’, que por definición suele ser el cuñado tonto que todos tenemos.

Luego está el ‘tonto del culo’, una figura indispensable en toda fiesta que se precie. Porque cuando nos aburrimos siempre viene bien meterse con su coche y ese traje hortera que se gasta.

El ‘tonto del haba’ también es útil, ya que le echamos la culpa de muestras desgracias y encima paga el roscón. Pero el que más me toca las narices es el ‘tonto solemne’. Se trata de un listillo, más tonto que Abundio, que te dice lo que tienes que hacer.

Y encima, el tío va y generalmente tiene pasta. Con lo cual te demuestra que tú y yo formamos parte del gremio de los ‘tontos útiles’, asimismo conocidos como ‘tontos necesarios’.

‘Tontos de remate’ hay para aburrir. Están por todas partes y pueden montar una zapatiesta en un plis plas. De manera que no despreciemos su poderío.

Ya, como gran colofón, y ante el que debemos permanecer siempre alerta, está el ‘tonto osado’. Se trata de ese mequetrefe con poder que, por encima del cargo que representa, tiene más peligro que una piraña en un bidé. Ése la lía, seguro. Estáis avisados. Para que os mantengáis a distancia.

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