
Como soy igual que Antoñita la fantástica, me suelo quedar muchas veces en Babia. Normal, mi bisabuelo, el papá de mi abuela Carolina, provenía de las montañas de León.
Con estos antecedentes, es lógico que flipe tanto por las noches, soñando que rescato a medio mundo. Y que el otro medio, que en mis pesadillas está lleno de cabronazos, viene a quitarme de la circulación. Sin piedad, igual que Pablo Iglesias con los monárquicos.
Pues, mira... Hoy, cuando estaba a punto de desayunar, me ha venido Antoñita a la mente. Para decirme que mis sueños, como los de Goya, igual provienen de la razón. Y, por eso, generan tantos monstruos.
Y oye... Hoy, en el Día de la Constitución, he pensado que, quizás, si unos y otros dejaran de pasear tantos fantasmas, yo dormiría mejor. Y mi parienta no tendría tantos sobresaltos.
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